Estrella de Belén SMB
Misioneros suizos
Lisieux y las Catedrales de Francia
Sep 07

Lisieux y las Catedrales de Francia

Del 31 de agosto al 6 de septiembre de 2024, un grupo de peregrinos suizos, bajo la dirección del P. Ludovic Nobel, superior general de la Sociedad de Misioneros de Belén (SMB) y líder de las Peregrinaciones Bíblicas Romandes (PBR), emprendió un viaje de fe y descubrimiento por Francia.

Organizada por las PBR en colaboración con la agencia Ad Gentes, esta peregrinación ofreció a los participantes la oportunidad de explorar o redescubrir la riqueza espiritual de los lugares santos de Francia.

Combinando más de 50 años de experiencia de las PBR con la espiritualidad misionera de la SMB, este recorrido de 7 días los llevó a través de 2000 km, visitando cuatro catedrales, cinco monasterios y una parada conmovedora en las playas del Desembarco de Normandía.

En el corazón de este viaje: Francia, tierra de santos y mártires, con un punto culminante en Lisieux, la ciudad de Santa Teresa, patrona de las misiones.

 

Paray-le-Monial: “Este es el Corazón que tanto ha amado a los hombres”

El sábado 31 de agosto, los peregrinos partieron de Friburgo a las 7:00 a.m. para dirigirse a Paray-le-Monial, un lugar emblemático de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. En el camino, otros peregrinos se unieron al grupo en Lausana y Ginebra. La llegada a Paray-le-Monial marcó el inicio de la peregrinación, con la visita a la Basílica del Sagrado Corazón, apodada “Cluny en miniatura”, y el claustro adyacente.

Fue en este lugar espiritual donde Santa Margarita María Alacoque, una monja de la Orden de la Visitación, recibió varias apariciones de Cristo entre 1673 y 1675. Nacida en Vérosvres, en una familia piadosa, Margarita María mostró desde pequeña un profundo deseo de dedicarse a Dios. Tras pasar por varias pruebas, incluida una parálisis y la pérdida de su padre, ingresó al monasterio de Paray-le-Monial en 1671, a la edad de 24 años.

Durante una de sus apariciones en junio de 1675, Jesús mostró a Margarita María su corazón ardiente de amor y le dijo: “Este es el Corazón que tanto ha amado a los hombres”. También le confió la misión de propagar la devoción a su Sagrado Corazón.

A pesar de los desafíos y las críticas de su comunidad, Margarita María perseveró, con el apoyo del P. Claudio La Colombière, su guía espiritual. A través de su obediencia, humildad y determinación, logró difundir la devoción al Sagrado Corazón, que rápidamente se extendió por toda la Iglesia Católica.

El vínculo entre Paray-le-Monial y la Sociedad de Misioneros de Belén es especialmente fuerte, ya que el P. Pierre-Marie Barral, fundador de la SMB, era un misionero del Sagrado Corazón. Nacido en Saboya, Pierre-Marie Barral se unió a la Sociedad de Misioneros del Sagrado Corazón y sirvió como misionero en Perú y los Estados Unidos. Sin embargo, su ambición de abrir una escuela apostólica para formar misioneros en Europa lo llevó a fundar una institución independiente en Suiza.

El P. Barral permaneció fiel a la devoción al Sagrado Corazón a lo largo de su vida, un aspecto central de la espiritualidad de la SMB, difundiendo el amor incondicional de Jesús inspirado por las visiones de Santa Margarita María.

Los peregrinos dedicaron un tiempo a la oración en la basílica, meditando sobre el mensaje universal de amor y misericordia del Sagrado Corazón, que sigue resonando profundamente en la Iglesia y en la SMB.

 

Nevers: Tras los pasos de Santa Bernadette Soubirous

Después de visitar Paray-le-Monial, los peregrinos se dirigieron a Nevers, siguiendo el canal del Loira, y llegaron por la tarde al convento de Saint-Gildard. Este lugar está íntimamente ligado a Santa Bernadette Soubirous, la famosa vidente de Lourdes, quien pasó aquí los últimos trece años de su vida después de unirse a la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Nevers.

Santa Bernadette, nacida en 1844 en Lourdes, era una joven humilde y enferma cuando la Virgen María se le apareció en dieciocho ocasiones en 1858 en la gruta de Massabielle. Estas apariciones transformaron no solo la vida de Bernadette, sino también la de millones de fieles en todo el mundo. La sencillez y humildad de Bernadette impresionaron profundamente a las personas, pero ella nunca aspiró al reconocimiento ni a la gloria. Después de estas apariciones, eligió retirarse del mundo y vivir una vida discreta de oración y servicio en la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Nevers.

En 1866, Bernadette ingresó en el Convento de Saint-Gildard, donde fue asignada a tareas modestas mientras luchaba contra su frágil salud, sufriendo, entre otras cosas, de tuberculosis. Pasaba gran parte de su tiempo en oración y meditación, lejos de la agitación provocada por los eventos de Lourdes. Nunca buscó imponerse ni presumir de sus visiones, permaneciendo siempre una persona humilde y reservada, fiel al llamado de Dios.

Los peregrinos visitaron la urna de Bernadette, donde su cuerpo incorrupto está expuesto en una vitrina de vidrio desde su beatificación. Este momento de recogimiento permitió a los peregrinos meditar sobre el ejemplo de sencillez, humildad y fe inquebrantable que Santa Bernadette ofreció al mundo. Fue una etapa significativa en su viaje espiritual, recordando que la santidad también puede manifestarse a través de la vida ordinaria y el sufrimiento.

 

El Convento de Saint-Gildard sigue siendo hoy un lugar de peregrinación donde fieles de todo el mundo vienen a orar y renovarse espiritualmente, inspirados por el ejemplo de Bernadette, una santa que vivió en la sombra, pero cuyo testimonio sigue iluminando los caminos de la fe.

 

Catedral de Bourges: Una joya del arte gótico

El domingo, tras celebrar la misa en el Santuario de Santa Bernadette, los peregrinos se dirigieron a Bourges para descubrir una de las catedrales más impresionantes de Francia: la Catedral de Saint-Étienne, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La construcción de la catedral de Bourges comenzó a finales del siglo XII y se completó a mediados del siglo XIII. A menudo se considera una obra maestra de la arquitectura gótica, rivalizando con los edificios religiosos más famosos de la época. Lo que distingue particularmente a la catedral de Bourges es la ausencia de crucero, lo que otorga al edificio una gran verticalidad y una sensación de pureza arquitectónica.

 

Los peregrinos quedaron maravillados por la riqueza de las vidrieras, especialmente las del siglo XIII, cuya brillante belleza narra escenas bíblicas y episodios de la vida de los santos. Estas vidrieras no solo son obras de arte, sino también instrumentos pedagógicos diseñados para enseñar a los fieles, en una época en la que pocas personas sabían leer, las historias sagradas y los valores cristianos.

Las dimensiones monumentales de la catedral, con sus enormes torres y portales esculpidos, también impresionaron al grupo. El gran portal, en particular, está adornado con magníficas esculturas que representan el Juicio Final, una visión poderosa de la justicia divina y un llamado a la conversión.

 

Tours: Tras los pasos de San Gatien y San Martín

El lunes, los peregrinos se dirigieron a Tours, una ciudad profundamente marcada por la figura de San Martín, uno de los santos más venerados de la historia cristiana y considerado el apóstol de las Galias. San Martín, nacido en el siglo IV, es célebre por su gran caridad y su vida ejemplar de servicio y compasión. La leyenda cuenta que San Martín compartió su capa con un pobre que tiritaba de frío, un gesto que simboliza su devoción a los más necesitados y que se convirtió en un ejemplo de la caridad cristiana.

La primera parada del grupo en Tours fue la Basílica de San Martín, edificada sobre la tumba del santo. Aunque la antigua basílica fue destruida durante la Revolución Francesa, el edificio actual, construido en el siglo XIX en estilo neobizantino, sigue atrayendo a numerosos peregrinos de todo el mundo. La basílica conserva las reliquias de San Martín, quien fue obispo de Tours.

La visita continuó con la Catedral de San Gatien. Construida entre los siglos XIII y XVI, esta catedral impresiona por su elegancia arquitectónica y sus vitrales, que brindan una luz mística al interior del edificio. La catedral está dedicada a San Gatien, el primer obispo de Tours, y simboliza la continuidad de la fe en esta región desde los inicios del cristianismo.

Los peregrinos también tuvieron la oportunidad de pasear por la Plaza Plumereau, en el corazón del casco antiguo de Tours, un lugar animado y lleno de historia, rodeado de casas medievales con entramado de madera.

 

Lisieux: en la casa de Santa Teresa, patrona de las misiones

El punto culminante de la peregrinación fue la ciudad de Lisieux, en Normandía, un lugar íntimamente ligado a la vida de Santa Teresa del Niño Jesús, también conocida como Santa Teresa de Lisieux. Doctora de la Iglesia y patrona de las misiones, es una de las figuras más queridas del catolicismo moderno, famosa por su «pequeño camino» de confianza y amor incondicional hacia Dios.

Santa Teresa, nacida en 1873 en Alençon, ingresó muy joven al Carmelo de Lisieux, a los 15 años, tras sentir un profundo llamado a consagrar su vida a Dios. Vivió una existencia marcada por la oración, el sacrificio y una ardiente devoción a Cristo.

Aunque Santa Teresa nunca salió de su monasterio, tenía un profundo amor por las misiones y los misioneros, y ofrecía sus oraciones por la conversión de las almas.

Fue a través de sus escritos, especialmente su autobiografía «Historia de un alma«, que su espiritualidad simple y accesible, centrada en el amor, tocó a millones de creyentes en todo el mundo.

 

El día en Lisieux comenzó con una visita guiada a la Basílica de Santa Teresa, un santuario construido en 1929 en su honor, en reconocimiento a su influencia espiritual mundial. La basílica, con su estilo monumental y sus magníficos mosaicos, es uno de los edificios religiosos más grandes del siglo XX en Francia.

Los peregrinos luego celebraron una misa en el Carmelo de Lisieux, donde Teresa vivió los últimos años de su vida. Fue en este lugar de oración y silencio donde profundizó su relación íntima con Dios, a pesar de la enfermedad y el sufrimiento. Teresa murió a los 24 años, tras una larga lucha contra la tuberculosis, repitiendo: «Dios mío, te amo». El Carmelo de Lisieux alberga hoy sus reliquias, y es un lugar de recogimiento para miles de peregrinos cada año.

El grupo también visitó Les Buissonnets, la casa familiar donde Teresa pasó su infancia con sus padres, Luis y Celia Martín, quienes fueron canonizados en 2015. Esta casa, situada en un entorno tranquilo, permite comprender mejor el ambiente familiar y espiritual en el que creció la futura santa. Fue allí donde sintió su primer llamado a la vida religiosa.

 

Lisieux, centro de peregrinación mundial, se convirtió así en una etapa importante de este viaje espiritual para los peregrinos suizos, ofreciéndoles un poderoso ejemplo de fe, amor y devoción misionera.

 

Caen y el museo del Desembarco

El miércoles por la mañana, los peregrinos comenzaron su jornada en Caen, una ciudad marcada por la historia medieval y la Segunda Guerra Mundial. Su primera parada fue la visita a dos sitios emblemáticos de la arquitectura románica: la Abadía de los Hombres y la Abadía de las Damas. Estas dos abadías, fundadas en el siglo XI por Guillermo el Conquistador y su esposa Matilde de Flandes, son majestuosos testimonios del pasado normando.

La Abadía de los Hombres, también conocida como San Esteban de Caen, fue fundada por Guillermo como un acto de penitencia por su matrimonio con Matilde, que inicialmente había sido prohibido por la Iglesia. Esta abadía, donde reposan los restos de Guillermo el Conquistador, es una obra maestra de la arquitectura románica. Los peregrinos quedaron impresionados por la grandeza del edificio, sus altas bóvedas y sus líneas depuradas, símbolo de un estilo arquitectónico que combina robustez y elevación espiritual. También visitaron la Abadía de las Damas, dedicada a la Santísima Trinidad y fundada por Matilde de Flandes. Esta abadía, igualmente notable, alberga la tumba de Matilde y refleja la influencia de estas dos figuras históricas en la región.

 

Después de una mañana rica en descubrimientos arquitectónicos, la tarde ofreció un giro emocional cuando los peregrinos tomaron la ruta hacia las playas del Desembarco, un lugar de memoria de la Segunda Guerra Mundial. El grupo visitó el Museo del Desembarco, ubicado en Arromanches, donde pudieron revivir, a través de exposiciones y películas, el Día D, esa jornada decisiva del 6 de junio de 1944, que marcó el inicio de la liberación de Francia y Europa ocupada.

La visita continuó con un momento de oración y recogimiento en el cementerio americano de Colleville-sur-Mer, que domina la playa de Omaha Beach, una de las batallas más sangrientas del Desembarco. Este cementerio, con sus miles de cruces blancas perfectamente alineadas, rinde homenaje a los 9.387 soldados estadounidenses caídos durante esta operación.

El contraste entre la belleza serena del lugar y los horrores del pasado dejó una huella duradera en todos los participantes.

 

Chartres: la catedral de los mil vitrales

El jueves, la peregrinación llegó a su punto final con la visita a uno de los mayores tesoros de la arquitectura gótica: la Catedral de Chartres. Inscrita en el Patrimonio Mundial de la UNESCO, esta catedral es mundialmente conocida por sus vitrales de una belleza inigualable, lo que la convierte en un lugar único, tanto espiritual como artísticamente.

La construcción de la catedral actual comenzó en el siglo XII, después de un incendio que destruyó gran parte del edificio anterior. Su rápida y armoniosa reconstrucción la convirtió en una obra maestra del estilo gótico, considerada un modelo para los edificios religiosos de la misma época.

Los vitrales de Chartres, que datan principalmente de los siglos XII y XIII, se encuentran entre los mejores conservados de Europa. Ilustran escenas bíblicas, episodios de la vida de los santos y temas teológicos complejos, como la creación, la redención y la vida de los apóstoles. Para los peregrinos, estas imágenes sagradas, transmitidas a lo largo de los siglos a través de la luz divina filtrada por el vidrio, representan un vínculo tangible entre la fe del pasado y la de hoy.

Esta peregrinación de siete días a través de Francia ofreció a los peregrinos suizos una experiencia profundamente espiritual, encontrándose con las grandes figuras de la fe cristiana y con los tesoros del arte sagrado. Cada etapa, ya sea marcada por la historia milenaria de las catedrales góticas o por el conmovedor recuerdo de los eventos del siglo XX, permitió fortalecer los lazos entre la fe, la oración y la belleza.

Los invitamos a revivir los momentos destacados de esta peregrinación visitando la galería de fotos dedicada, donde podrán descubrir en imágenes los lugares visitados y la atmósfera que impregnó este viaje.

Para aquellos que deseen participar en futuras peregrinaciones, no duden en consultar los anuncios de los próximos viajes en este sitio. Ya sea en Francia, Tierra Santa u otro lugar, cada peregrinación es una oportunidad única para crecer en la fe, en compañía de otros creyentes y bajo una guía espiritual.