El primer domingo después de Navidad, la Iglesia nos invita a dirigir nuestra mirada hacia la Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, María y José. Esta familia, unida en el amor y la fe, sirve como un modelo inspirador para las familias cristianas de todos los tiempos.
La peregrinación a Jerusalén: Un momento de alegría y descubrimiento
El evangelio del día narra un evento significativo en la vida de Jesús a los 12 años, una etapa en la que un niño judío se convierte en «hijo del precepto», asumiendo responsabilidades religiosas.
La Sagrada Familia emprende una peregrinación a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Este viaje, lleno de fervor y alegría, se convierte en una profunda experiencia de fe.
En el episodio descrito por San Lucas, Jesús se queda en Jerusalén sin que sus padres lo sepan. Después de un día de viaje, María y José notan su ausencia y, preocupados, regresan a Jerusalén.
Tres días después, lo encuentran en el Templo, sentado entre los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas con una sabiduría sorprendente.
La fe puesta a prueba
En su angustia, María expresa su preocupación: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?» Jesús responde con calma: «¿No sabían que yo debo estar en la casa de mi Padre?»
Esta respuesta revela su conciencia de su misión divina y su relación única con el Padre Celestial. A pesar de conocer el origen divino de Jesús, María y José luchan por comprender plenamente esta respuesta misteriosa.
El camino de María y José nos recuerda que incluso aquellos que viven en una proximidad única con Dios deben avanzar a menudo en la oscuridad de la fe, renovando cada día su «sí» a la voluntad divina.
Un modelo para hoy
La Sagrada Familia de Nazaret se presenta como un modelo para todas las familias: un modelo de confianza, diálogo y fidelidad en los momentos de alegría y de prueba.
Al igual que María y José, estamos invitados a guardar los eventos de nuestras vidas en nuestros corazones, buscando la luz divina para comprender mejor los misterios de nuestra existencia.
El evangelio concluye con una nota profunda: Jesús crecía en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y los hombres. Este crecimiento nos llama a todos, padres e hijos, a buscar el crecimiento espiritual y acercarnos más a Dios en nuestra vida cotidiana.
Referencias bíblicas
- 1 Samuel 1, 20-22.24-28
1 Juan 3, 1-2.21-24
Lucas 2, 41-52
Evangelio de Jesucristo según San Lucas
Cada año, los padres de Jesús iban a Jerusalén
para la fiesta de la Pascua.
Cuando él cumplió doce años,
subieron según la costumbre de la fiesta.
Al terminar los días, mientras ellos regresaban,
el niño Jesús permaneció en Jerusalén,
sin que sus padres lo supieran.
Pensando que estaba en la caravana,
hicieron un día de camino,
y comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos,
pero al no encontrarlo,
regresaron a Jerusalén buscándolo.
Al cabo de tres días lo encontraron en el templo,
sentado en medio de los maestros,
escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Todos los que lo oían estaban asombrados
por su inteligencia y sus respuestas.
Cuando sus padres lo vieron, se quedaron asombrados,
y su madre le dijo:
«Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?
Tu padre y yo te hemos estado buscando con gran angustia».
Él les dijo:
«¿Por qué me buscaban?
¿No sabían que yo debo estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no entendieron lo que les dijo.
Entonces regresó con ellos a Nazaret
y vivió obedeciéndolos;
y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
Jesús crecía en sabiduría, estatura y gracia
delante de Dios y de los hombres.
Para las lecturas del día de hoy, consulte Vatican News.
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