El amor entre el hombre y la mujer, celebrado en las lecturas de la misa de hoy, está presente en toda la Biblia.
Desde los relatos de la creación, pasando por las palabras del Cantar de los Cantares, hasta el salmo que canta la felicidad de una familia unida, la Palabra de Dios exalta el amor humano.
Sin embargo, desde el mismo Jardín del Edén, aparecen la mentira y los conflictos. A lo largo de sus páginas, la Biblia refleja tristemente nuestras pasiones, infidelidades y egoísmos.
El Plan de Dios para la Humanidad: Un Amor Fiel y de Igualdad
Para comprender la enseñanza de Jesús sobre el matrimonio, es esencial colocar este texto en el contexto del Antiguo Testamento.
La primera lectura, tomada del relato de la creación, revela que Dios desea la felicidad del ser humano. La humanidad es creada para la comunión, y ninguna de las criaturas puede llenar completamente su soledad.
Así que Dios crea una compañera para el hombre, otorgando tanto al hombre como a la mujer el gran gozo del encuentro y la intimidad. Les confía un amor que está destinado a crecer y florecer.
El Declive del Amor a lo Largo de los Siglos
Con el tiempo, este sueño divino ha sido reducido a intereses egoístas, luchas de poder y estructuras sociales.
Para cuando Jesús apareció en la historia de Israel, el hombre y la mujer ya no eran socios iguales. La mujer era vista como propiedad de su esposo, un bien entre muchos.
Jesús revoluciona estas costumbres proclamando la igualdad entre el hombre y la mujer ante Dios.
El Amor como Don de Dios: Una Alianza Sagrada
Para Jesús, el matrimonio es mucho más que un simple contrato humano.
El matrimonio es una obra divina, una alianza sagrada que involucra al mismo Dios.
En Jesús, la humanidad es redimida, liberada del pecado, y capaz de reflejar plenamente la imagen de Dios. El matrimonio también participa en esta renovación radical. Los creyentes en Jesús son nuevas creaciones, capaces de un amor renovado, un amor total y fiel, arraigado en el amor de Dios por nosotros y hecho visible en nuestro mundo.
Los Desafíos del Amor: Pecado y Perdón
Aunque este llamado a un amor fiel y mutuo es el diseño grandioso del Creador, la realidad humana sigue marcada por el pecado, la mentira y la debilidad. Ninguna relación de amor sigue un camino recto hacia la perfección.
Una familia feliz no está exenta de las luchas de la vida, del egoísmo o del pecado. Es una escuela de perdón, donde el don de la misericordia divina se renueva continuamente.
La Iglesia, siguiendo los pasos de Jesús, sigue afirmando el plan divino para el matrimonio, invitando a las parejas a amar con la misma fidelidad que Dios.
Sin embargo, también expresa la compasión divina para aquellos que sufren el fracaso en sus relaciones. No se trata de condenar, sino de apoyar, de orar por quienes atraviesan dificultades y de ayudarlos con misericordia.
La Familia: Lugar del Amor Divino
Incluso el Hijo de Dios necesitó de una familia para nacer y crecer. En el hogar de María y José, el amor de Dios tomó forma humana en Jesús. A través de la familia, Dios revela al mundo que Él es amor, perdón, luz, fuerza y ternura.
¡Familias que sufren o dudan, son preciosas a los ojos de Dios! Amén.
Gn 2, 18-24 / Heb 2, 9-11 / Mc 10, 2-16
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