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Sociedad Misionera de Belén
CHAQUE JOUR LA PAROLE DE DIEU
Mar 11
"Le Pain, c’est ma chair": un don total et éternel

«El Pan es mi Carne»: Un Don Total y Eterno

En nuestro artículo anterior, exploramos cómo Jesús, en el capítulo 6 del Evangelio de Juan, se presenta como el Pan de Vida. Vimos cómo su discurso se enraíza en la tradición del maná dado por Dios en el desierto, pero al mismo tiempo la trasciende radicalmente. Hoy continuamos nuestra lectura profundizando en el misterio del Pan de Vida que Jesús nos ofrece: ya no solo como una palabra, sino como su carne y su sangre entregadas por la vida del mundo.

Un Don Total para la Vida Eterna

Después de multiplicar los panes, Jesús comenzó a enseñar a la multitud el verdadero significado de este milagro: él no solo es el que provee alimento material, sino el que da un alimento que nunca perece. Sin embargo, lo que afirma después va aún más lejos:

«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» (Jn 6,51)

En la Biblia, la palabra «carne» no se refiere únicamente al cuerpo, sino a toda la persona en su dimensión humana y relacional. Con estas palabras, Jesús no solo proclama una verdad espiritual, sino que se ofrece a sí mismo como alimento. No solo da enseñanzas o un modelo de vida, sino que se entrega completamente. Este don abre el camino a la vida eterna, a la comunión con Dios, a un amor que no conoce separación ni fin.

Sin embargo, esta declaración sacude profundamente a sus oyentes. ¿Cómo puede dar su carne como alimento? ¿Qué significa tal afirmación? En lugar de calmar su inquietud, Jesús insiste aún más, añadiendo otra dimensión aún más provocadora.

 

Mira ahora: Explora el Discurso sobre el Pan de Vida en el 8º capítulo de la serie bíblica del P. Ludovic Nobel, Descubriendo el Evangelio de Juan.

Comer su Carne y Beber su Sangre: Un Mensaje Escandaloso

«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.» (Jn 6,53)

Estas palabras provocaron fuertes disputas entre los judíos presentes. En la tradición judía, la sangre era sagrada e intocable, reservada solo para Dios. Pero aquí, Jesús no solo invita a comer su carne, sino también a beber su sangre.

En la Biblia, la sangre simboliza la vida misma, la que Dios da y que le pertenece exclusivamente. Beber la sangre de Jesús, por lo tanto, significa entrar en una comunión total con la vida divina. Esta invitación a comer la carne de Cristo y beber su sangre va más allá de la comprensión racional.

No se trata de canibalismo, sino de una realidad espiritual profunda: Jesús se entrega plenamente, sin reservas, hasta la Cruz. En este mismo Evangelio, la escena del Calvario confirmará sus palabras: «Uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.» (Jn 19,34)

Al ofrecer su vida, Jesús introduce a la humanidad en una comunión que trasciende la muerte misma. Comer su carne y beber su sangre es entrar en su misterio pascual, en ese amor entregado que da vida.

El Pan Eucarístico: Alimento para la Salvación

«El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.» (Jn 6,54)

Estas palabras anuncian claramente la Eucaristía. En cada celebración eucarística, el creyente hace memoria de este don y se une a Cristo vivo. La multiplicación de los panes no fue más que un signo; el verdadero Pan de Vida es el mismo Cristo, entregado como alimento espiritual.

El capítulo 6 de Juan no narra la institución de la Eucaristía como los otros Evangelios, pero sí ofrece una profunda meditación sobre su significado. Jesús nos invita a la comunión con su amor, su misión y su entrega. La Eucaristía no es solo un ritual, sino una participación en la misma vida de Dios.

Al recibir este Pan, nos convertimos en lo que recibimos: el Cuerpo de Cristo para el mundo.

Una Invitación a Vivir de este Don

Jesús concluye su discurso afirmando:

«Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.» (Jn 6,57)

Comer este Pan es entrar en una relación viva con Dios. No es un acto aislado, sino un camino que transforma toda nuestra existencia.

Las palabras de Jesús son radicales. Muchos, incluso entre sus discípulos, tendrán dificultades para aceptarlas y se marcharán. Sin embargo, este discurso es una invitación a la fe, una fe que no es solo adhesión intelectual, sino acogida de un amor que se entrega totalmente.

Que nuestra meditación sobre este texto nos abra a esta presencia viva de Cristo, Pan de Vida, que se nos da cada día.